¿QUIÉN EXPULSÓ AL BEISBOL PROFESIONAL DE CUBA?

cienfuegos campeon serie caribe 1960

Por Bobfelito (tomado de Beisbolazos, mayo 2005)

Hace mas de 15 años que escribí sobre este tema en el Diario las Américas; sin embargo, desde hace 8 que regresé al asunto en Beisbolazos, revista de Puerto Rico del historiador y comentarista Edwin “Kako” Vázquez, cuando Jorge Alfonso, plumífero “del brazo equivocado”, siempre tan parcial a favor del castro-comunismo y la sección de comentaristas de la COCO Radio, escribieron unos increíbles y tendenciosos artículos, posibles porque, cada día, la población cubana que presenció los acontecimientos del deporte profesional decrece, quiero decir que, con el desgano que muestra la población nacida o criada dentro de los contornos temporales de la barbarie por la historia patria, cualquier mentira juega; ahora, lo que es inaceptable es que gente que vivieron esa época, que conozcan todos los acontecimientos, todavía duden y pregunten ¿Qué pasó? “Porque pueden existir dos versiones…”

¿Cuántos desconocen estas palabras escritas por Castro a Celia Sánchez en 1958: “mi guerra no ha empezado aún…será contra los americanos cuando esto acabe. Sierra Maestra…”? ¿Cómo debe entenderse lo anterior, sino como la declaración de guerra anticipada a Playa Girón y a los alzamientos en el Occidente y Centro del país, “preparados por la CIA”?

Los fusilamientos, el inicio del más bestial Presidio Político de la historia de América, en que lo interesante no fueron los años de sanciónes individuales (hasta 330), sino los obligados a cumplir: 275,000 cubanos con más de 15 y, hasta hoy, un millón con la experiencia carcelaria política.

Los robos de la propiedad privada encubiertos bajo la novísima forma entonces de “nacionalización”, dentro de esta, la expropiación y suspensión de más de 15 periódicos, diarios y vespertinos de gran tirada solo en La Habana; la confiscación y destrucción de más de 8 revistas, incluyendo a Bohemia, símbolo nacional; de 6 emisoras de televisión, una de aquellas experimental a color, más de 30 emisoras de radio libres solo en la capital; la imposición de una ideología basada en la mentira y la exageración de detalles que, viéndolo bien, no existían; la creación de las bases para destruir al país moralmente a partir del pisoteo de la sagrada familia, el ateísmo guevarista, la supresión abrupta del ritmo de vida infantil y juvenil por la aceleración (adoctrinamiento) de la madurez de niños y jóvenes para utilizarlos con propósitos anticubanos a través de la ideología. Pocos niños de la era castrista se criaron con “Piel de Onagro” debajo de sus almohada

La “ejecución” en hogueras a propósito de muñecos alegóricos al Tio Sam, profanando cementerios con más odio e inspirando tanto terror como la Santa Inquisición. Nada de lo anterior había ocurrido cuando el tirano le escribió aquella carta a Celia Sánchez y otras muchísimas cosas que están en blancas y negras, que solo se aceptaría no leerlos por la tristeza y el dolor que genera revivir el crimen socio-político-económico contra una nacionalidad que valía mucho más que carniceros de mentalidad bárbara de nueva-vieja edición, a quienes aún apoya y aplaude un mundo que en nada se diferencia de quien lo ordenó e impuso hace 52 años.

Cuba fue el pueblo que creyó que sabía tanto como para darse el lujo de olvidar, quién sabe dónde, la cordura, la decencia, la cautela y el razonamiento, al apostar cuanto tenían al potro malo de verdad: Castro no fía en sus bodegas ni en sus farmacias, fiaban los dueños, que soportaron cómo gozaban con que le quitaran la propiedad, para ver cumplido el placer morboso de su envidia, el elemento inútil e inoperante socialmente hablando, mácula absoluto.

Pero cualquier país del mundo tiene mayoría de pobres, de lacras, de vagos, de perdedores… pero perdedores peligrosos o ¿Usted cree que Ramiro Valdés ni Guillermo García eran exitosos en el sentido noble del término? ¿De dónde salieron sus millones? Ladrones sí, asesinos inmejorables ante la historia, sí…

La pelota profesional cubana fue un imperio en la región, inversión privada y mejorada cada año para total disfrute del público y, desde luego, para que pudiera dejar dividendos que conformaran a jugadores, dueños, promoción…entonces, si se sabe que el robo de la propiedad privada de los medios de producción en Cuba tuvo que ver con hacer al dictador el hombre más rico del mundo; si ese robo tuvo como objetivo cerrar todas las puertas de respiro democrático y que una de ellas, porque crea un estado de independencia en un sector poblacional por la acumulación de riquezas, es la propiedad privada ¿Quién creería que algo tan sensible como el beisbol profesional quedaría en pie?

El autoritarismo y el control absoluto de la población sellaron el destino del negocio particular en Cuba y con este la capacidad de emprendimiento y las ganas de superación; la formación cultural y la preparación del pueblo estaba ajena a intereses de disfrute personal, así que un médico se convertiría en otro fusil de ataque al imperialismo por la vía ideológica, pero un pelotero y un boxeador también. Los tres en andrajos MATERIAL Y MORALMENTE, capaces de hacer cualquier cosa por sobrevivir, desde vender croquetas, hasta arreglar juegos por dinero…

El profesionalismo deportivo cayó arrastrado por la marea destructora que asola al país en carácter sostenido desde 1959.

El beisbol profesional cubano cumplió, desde finales del siglo antepasado, el papel de embajador y estabilizador de la amistad, el mutuo entendimiento y el respeto entre los pueblos, leyó bien, “los pueblos” de Cuba y Estados Unidos, por compartirse diamantes beisboleros en ambos países.

Significativo, el primer beisbol integrado del mundo permanentemente, la Liga Cubana de Beisbol Profesional, aceptó a los jugadores negros americanos desde inicios de 1900, como respuesta agradecida el circuito pre-Ligas Negras o las propias Ligas Negras, permitían como únicos jugadores blancos a los cubanos, porque admitían a los negros americanos jugar en sus campeonatos.

Sin embargo, teniendo en cuenta que la dictadura castro-comunista preparaba una guerra a muerte desde 1958, en borrador la carta de marras contra Estados Unidos ¿Podía quedar en pie algo tan importante, capaz de constituirse en elemento de importancia capital de la identidad nacional, en la configuración de la personalidad del cubano, que mantuviera bases sólidas de admiración y respeto entre los dos pueblos? Bajo ninguna circunstancia, por la política de odio enfermizo y vicioso contra el vecino del Norte, la pelota profesional no cumpliría ningún papel positivo en el nuevo esquema de destrucción y pisoteo de la dignidad nacional que se preparaba, incluida “la guerra a muerte contra los yanquis”.

Entonces, una noche de julio de 1959, fuera del estadio del Cerro, se hicieron disparos al aire por un grupo de “barbudos” y algunos plomos cayeron dentro del terreno de juego y rozaron, sin gravedad, al torpedero cubano de los Cubans Leonardo Cárdenas y a Frank Verdi, de los Alas Rojas de Rochester ¿Casualidad?

Las bestias festejaban una fecha triste y sangrienta, como todas las efemérides castro-comunistas y la convirtieron en provocación de alto perfil terrorista, forma de crear las bases para que Frank Schaugnessy, Presidente de la Liga Internacional y el entonces Secretario de Estado Cristian Herter, entendieran que el grado de hostilidad antiamericana sobrepasaba el límite razonablemente aceptable.

Gus Triandos, catcher de los Orioles de Baltimore que había jugado en la Liga Cubana, se negó a acompañar al club al spring training en La Habana en 1960, alegando que “no iré por mi propia seguridad”, lo que respaldó el shortstop cubano Willy Miranda y el club lo entendió y suspendió el viaje.

Tanto manipuló la INCIPIENTE Y CONTROLADA prensa oficialista el asunto que, el cronista Eladio Secades, reubicado en REVOLUCIón, a quien nadie podría acusar de castrista, escribió en su columna de Bohemia, Tres Verdades, un artículo titulado “Campaña de injusto descrédito” contra la acción tomada por el team de Grandes Ligas y contra el propio Triandos; pero, a mediados de año, la Secretaría de Estado y la Liga Internacional, por el incremento de la hostilidad innegable hacia Estados Unidos, retiró la franquicia de Bobby Maduro de La Habana y la reasentó en Jersey City.

El sueño “Un paso más y llegamos” fue convertido por Castro en una pesadilla y la campaña redoblada en intenciones de culpar al Norte por la acción.

Así, de nuevo volvió a confundirse el maestro Secades y escribió en Bohemia otro artículo, totalmente divorciado de la realidad, titulado: “Un atropello la expulsión de los Cubans”, la verdad fue que, por la parte americana, el traslado (no expulsión) se debió a las acciones terroristas antiamericanas, forma indigna y encubierta para descabezar el profesionalismo.

El último campeonato invernal se jugó de milagro, los peloteros aceptaron la mitad de sus salarios. Un jugador de Grandes Ligas ganaba entonces en Cuba 1500 ó más, en el caso de Orestes Miñoso, el salario era de 4,000 mensuales; el mínimo para peloteros de clasificaciones menores iniciaba en 500 dólares; pero, bajo presión político-militar, que incluía la instalación de ametralladoras en los dugouts.

La mayoría de los juegos comenzaban después del maratón de basura del tirano, entre 10-16 horas diarias de habladuría que afectaban la asistencia, porque los juegos, muchas veces, empezaban a las 11 pm, es decir, dos horas después del horario acordado. Hubo necesidad de trasladar al interior varios doble-juegos, hacia Matanzas, Cienfuegos, Morón o Santiago de Cuba.

Con Ciso Camejo, Presidente de la Liga Cubana sin respuestas por el miedo, se jugó uno de los mejores campeonatos cubanos de todos los tiempos y de los mas reñidos, que cumplió, a pesar de los obstáculos crecientes y sus amenazas, la totalidad del calendario.

Un verdadero éxito en lo deportivo y en lo artístico y un sonado fracaso económico, porque el público le dio la espalda al grupo de mejores peloteros de la región, constituidos en un evento con talento nacional: “El Campeonato sin Refuerzos”, despedida del gran beisbol de Cuba, el que hizo la historia trascendental.

Entonces, con jugadores cuyo talento en mayoría no clasificaban para actuar en el profesionalismo, verdaderos descartes del beisbol profesional cubano muchos, algunos mayores como para darle lucimiento a algo tan grandioso como el champion invernal, procedentes de Pedro Betancourt, de la Unión Atlética o del Centro y el Oriente del país, inició Castro su primera Serie Nacional en febrero de 1962, con desborde popular en las gradas de los mismos que le habían dado la espalda, un año antes, a los mejores peloteros del mundo ajenos a Estados Unidos y a un torneo solo inferior a las Grandes Ligas.

En el medio, las constantes detenciónes y multas a los peloteros que llevaban sus autos desde Estados Unidos y, costumbre de 30 años, les mantenían la chapa americana, o el registro de cualquier jugador por elementos policiales con el fin de disgustarlos y atemorizarlos.

Durante 1960-61 presionaron sobre los peloteros para que abandonaran el profesionalismo y se quedaran a construir un “nuevo y libre beisbol”, que todo el mundo sabe lo nuevo y libre que ha sido.

Intentos febriles del legendario Mike González, que incluyeron viajes a Monterrey y a Estados Unidos, pretendiendo agrupar a algunos peloteros para el campeonato 1961-62, resultaron infructuosos. Castro decretó ninguna ayuda para el profesionalismo, tampoco existía ya en el país el negocio que promovía y apoyaba la estructura; además, los dueños de clubes como Guille Alonso o Cucho Rodríguez habían perdido sus propiedades e influencia, o el urbanista Bobby Maduro y los restantes dueños y ejecutivos quienes, desde finales del sesenta o principios de 1961, se habían exiliado en Estados Unidos o en Puerto Rico.

¿Qué trajo como consecuencias la expulsión arbitraria y por decreto del beisbol profesional de Cuba? Bueno, el debilitamiento de la estructura beisbolera nacional, el decrecimiento de la cantera por la competencia que ha enfrentado el juego ante otros deportes que, a efectos de una población inferior a 15 millones, ha lesionado seriamente la participación; la pretensión de imponer el balompié con justificaciones personales del dictador: “hay que practicar balompié, que la pelota ni prepara ni forma como exige la Revolución…”, lo escupió en la sede universitaria de Pinar del Río en 1988, previo al acto por el 1ero. de Mayo.

Lo otro que provocó el castro-comunismo fue que nadie sabrá nunca cuántos jugadores, entre 1962-presente, dejaron de actuar en Grandes Ligas, con valores de mercado muy superiores, posiblemente, a todos los  del resto de países del área; cuántas llamadas desde Cooperstown, informándole a otro compatriota que entraba al recinto de los inmortales, nunca se hicieron

.

Y que ninguno, desde 1960 tras el exilio de Napoleón Reyes, hubiera tenido que huir o exiliarse para, después, con total y absoluta amoralidad y descaro, quien dijera que “se había impuesto la pelota libre sobre la pelota esclava”, les tildara de cobardes, de traidores o de desertores, por el solo hecho de decidir a su favor dónde colocar su talento como cumplimiento de un derecho que solo Dios otorga.

Estas fueron las mentiras que impusieron la gestión asoladora en el pasatiempo ex nacional y todavía algunos anticubanos nacidos allá lo niegan…y las repiten.

 

Deja un comentario